Para un poema que fue ave

Cuanto te vuelves tan cercano a la muerte, el día se hace ameno la noche corta y el aire lento, los pasos firmes, el paisajismo se disipa y todo toma forma, comprendes lo pequeño y en escala hasta el universo aun cuando no encuentres sentido, y entre comillas se desvanecen todos los miedos, pero a lo lejos y ancho, te hace falta algo, y en este mi caso, me hacen falta tus brazos, tus manos suaves y tiernas, tu lunar y tus piernas, tu cabello tu aroma y tus bromas, el te y las galletas y una que otra rabieta, las hojas sin tinta, y tu enorme sonrisa, los abrazos que dejamos perpetuos en el pasado, las campanas la iglesia y tu mano, el azul tu color favorito y los besos que me hicieron marea, y volcaron las aguas más placenteras, aun cuando la muerte se vuelva mi guía, en esos pasos yo siempre te esperaría aunque tu de mi existencia ya no supieras allí como un guardián te cuidaría, te brindaría mi pecho y en esa eternidad me quedaría, solo por tenerte en mi existir de lo que fuese una vida.

Jhony Her Lop

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